lunes, 9 de junio de 2014

Antes, Rodrigo y yo no eramos amigos. Yo ya había conocido a la mayoría de los otros, incluso recuerdo, cuando viajé, haber traído regalos de España para Analía y Marcelo, pero nada para él. El primer recuerdo que tengo de él, ya como buen amigo, es de un día en el que la petisa Isabel y algunos otros me habían convencido de que les dirigiera una partida de rol. Yo estaba cuidandole la casa a una especie de hermano postizo, la cual, dada mi edad y mi situacion de coqueteo con las drogas, pronto devino en juntadero de fumetas. Estaba bien ubicada, cerca de la Playa Pocitos. Ahora, el rol puede ser muy excéntrico de dos maneras muy distintas, así que me comi cuarta tableta de ácido para asegurarme de elegir la más apropiada. Después de tomar unos vinos y fumar un poco de porro, el juego se desvirtuó, lo mismo que nuestras caras. Yo me acordé que ese día era el cumpleaños de Rodrigo y le dí un cuarto que me quedaba. Sin entender mucho, se lo tomó en seguida, y los demás explotaron de risa al tiempo que se daban cuenta del offside y le extendían también saludos al tipo. Al rato salimos todos para el Parque Rodó. Tocaba una banda Argentina en El Estar. A ninguno le gustaba mucho el lugar, era conocido por su fauna careta de pretendidos hipsters y maricones (pretendidos maricones, con los posta esta todo bien). Yo había leído, y eso me arengaba el desprecio a su hipocresía. Unos cuantos cadáveres se revolvían en sus tumbas. Eramos rehenes de ese tipo de lugares, porque en Montevideo no se puede tocar en ningun lado, y por eso tratabamos de organizar toques gratuitos en la vía pública tan seguido como podíamos. Pero el invierno no es amigo del "hacelo vos mismo", y así empezaban los éxodos de fin de semana, siempre cabeza gacha hacia los mismos lugares miserables. Obviamente cuando nos encontrabamos todos ahí, copábamos algun rincón adentro o si se aguantaba el frío, conquistabamos la mitad de la vereda y montábamos un circo que siempre sabía ofrecer una pelea de borrachos o alguna otra cosa que delimitara el límite de nuestra zona temporalmente autónoma. Siempre se repetía la historia. Una vez, tocaba una banda en un local muy exclusivo en el corazón de Pocitos. Nosotros justo estabamos parando ahí cerca. La banda había sido bastante hardcore en sus comienzos, estaba buena, pero ahora hacían un candombe que, aunque no me terminaba de convencer, servía para moverse y entrar en calor. Cuando llegamos no sabíamos si era gratis o con entrada, así que nos fuimos mandando de a grupitos. Cuando nos tocó pasar al Flaco Pistolas y a mí, un patova me paro en la puerta y me dijo que de bermudas yo ahí no entraba. Le quise discutir pero tenia pinta de guerrero, y yo ya estaba con unas grappas encima, así que achiqué ahí nomás y me senté a pensar a ver cómo mierda hacía. Había una terraza que daba contra la calle. Saltar se podía, la cosa era que no te agarrara uno de los gorilas (que encima andaban siempre re duros), y te hiciera volar ahí mismo, sin pasar por la entrada. O por ahí te llevaban para algún apartado y te cagaban a palos para sacarse unas broncas. No, tenía que hacerla mejor. Me prendí un porro sentado en el cordón de la vereda y en seguida escuché que alguien me agitaba desde la terraza... "pasame una seca, pasame". Era el Seba, y si yo no entendía que estaba haciendo ahí, él entendía menos. Ví que estaba con el Pelado y se me ocurrió de toque. "Pasame vos tu pantalón y te convido Seba" le dije. Me miró corte con cara del macaco de Scream... "cómo te voy a pasar el pantalón"... que "no se qué". Yo ya la había pensado toda. "Que te vayas al ñoba con el Pelado, le das tu pantalón y me lo pasa por acá por la terraza Seba". Miró el porro y la pensó mejor. "Que dale, que yo te lo llevo al baño en seguida boludo". Y ahí arrancaron para allá, y al rato aparecía el Pelado y todo salió de lujo. Diez minutos después estábamos los tres en la terraza fumando otro y mirando de costado, esquivando las caras. El toque no estuvo tan bueno, estaban todos re de alcahuetes, pero lo que es gratis sólo te hace más fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario