lunes, 9 de junio de 2014
Una receta virgen se cocina a fuego lento.
Sus labios quietos gritaban que sus labios inquietos querian que otro ser mas visceral fuera el que estimulara sus mas ansiosos recovecos. El sabia eso, y tambien que el tiempo era el pingo que lo llevaria a tan deseada pulperia del amor. Los cretinos bellacos caen de bruces.
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